Reinventarse o sucumbir a la crisis: “No puedo desaprovechar la oportunidad”
Cada cierto tiempo, un nuevo estudio avisa de que un tanto por ciento de los trabajos actuales no existirá en el futuro. Como consuelo, aparece la promesa de una oleada de profesiones, hoy desconocidas, que traerá la tecnología del mañana. Van asociadas a nombres que hasta hace poco sonaban a ciencia ficción: inteligencia artificial, Internet de las cosas, big data, blockchain, robótica o la nube. Un informe del Foro Económico Mundial de finales de 2018 cifraba en 75 millones los puestos de trabajo que podían desaparecer hasta 2022, desplazados por el cambio en la división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos —desde empleados de fábricas a personal de servicio al cliente—, aunque esperaba la irrupción de 133 millones de nuevos puestos de trabajo en ese tiempo —con los especialistas en tecnología y datos a la cabeza—.
Los analistas coinciden en que la pandemia se ha inmiscuido en ese destino actuando como un acelerador tecnológico. Pero ha introducido ciertas variantes. Más digitalización, más empleo medioambiental y más oportunidades de negocio en el ámbito sanitario para que la vida o la muerte de un enfermo en Madrid, Roma o París nunca más vuelva a depender de la velocidad a la que se carga un avión en Pekín.