Artevino, una bodega con la paz de un monasterio

  • La compañía crece al 20% en plena crisis, debido a las exportaciones

  • Pruno se convirtió en su vino de moda tras recibir la crítica de Robert Parker

Gonzalo Antón, Bodeguero

Escribe Francisca Risatti para Cinco Días.com–Gonzalo Antón (Vitoria, 1975) tiene más de una razón para sentirse un empresario afortunado. Un día laboral cualquiera puede comenzar en una casa rodeada de viñedos y pinos autóctonos, levantada sobre un antiguo monasterio a orillas del Duero. Allí está ubicada Finca Villacreces, una de las cuatro bodegas del grupo que dirige, Artevino. La paz que lo rodea, sin embargo, no es incompatible con unas jornadas intensas de trabajo. La pasión por el vino que heredó de su familia y la vocación por llevar su producción a todo el mundo han tenido un resultado que pocos directivos pueden exhibir en plena crisis: la empresa ha crecido un 20% anual en los últimos tres años.

Todo comenzó en Villabuena de Álava, donde su abuelo se dedicaba a la viticultura y vendía su tinto de Rioja Alavesa en el ámbito local. Antón, al cargo de una compañía que hoy agrupa las bodegas Izadi, Finca Villacreces, Vetus y Orben, recuerda los años de su infancia en los que ayudaba en las vendimias y al embotellado.

“Hasta que terminé la carrera en la universidad, siempre lo había considerado un hobby”. Antón se graduó en Economía en la Universidad de Navarra y en 1999 viajó a California (Estados Unidos) para estudiar Enología y Viticultura. Entonces, su padre llevaba varios años al mando de los viñedos de la familia. Había fundado Bodegas Izadi en 1987, pero con el cambio de siglo, era hora de dar un giro a la compañía. Antón regresó de Estados Unidos con ese fin.

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