Adolfo Pedriza no es un directivo cualquiera. Unas pequeñas calaveras piratas, entramadas en una corbata de fondo oscuro, quitan solemnidad a su traje y delatan su pasado. El actual director de operaciones del CyberSOC de la consultora Deloitte —centro especializado en la gestión de ciberataques— procede del hacking ético, el arte de destripar los sistemas informáticos para descubrir sus vulnerabilidades y arreglarlas. “Detectamos unos 30.000 ataques al mes dirigidos a nuestros clientes”, comenta, y asegura que esta cifra no ha parado de crecer. Por ello, las empresas están apostando fuerte por la ciberseguridad, un negocio que en 2015 movió más de 60.000 millones de euros en el mundo y que se estima alcance los 150.000 millones en 2020, según las previsiones de la firma de análisis Gartner.
También en España, ante un aumento de los incidentes de ciberseguridad del 200% el año pasado, las empresas se están dando cuenta de que es vital apostar por la protección informática. En 2014, este capítulo de gasto rebasó los 700 millones de euros, y se estima que en 2019 supere los 1.000 millones, según el último informe del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información y el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe).
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