El ocaso de los gigantes del cielo
Una «revolución en el transporte aéreo». Con esta premonitoria definición informó Mundomóvil, la sección semanal de ABC sobre el sector del motor, de la presentación del Boeing 747. Era enero de 1970 y el aparato acababa de ser presentado en Estados Unidos por la primera dama de entonces, Pat Nixon. Hacía ya unos meses desde que el avión realizó su primer viaje oficial. Pero el mundo no fue consciente de que sus dimensiones transformarían la forma de viajar hasta que comenzó la nueva década.
«Para dar una idea en unidades asequibles a nuestro concepto de la dimensión, en el aeropuerto de Londres ha sido pintada sobre el suelo la silueta del «Jumbo Jet», y en su interior —solo en el cuerpo central de la proyección del fuselaje— han podido ser estacionados cuarenta y seis automóviles; ocho personas situadas en cada ala contribuyeron también a expresar la magnitud visual del superavión», explicaba, gráfico, Mundomóvil en su artículo. La «reina del cielo», como fue apodado el aparato, supuso un enorme avance para la aviación comercial y permitió impulsar los viajes transatlánticos gracias a sus cuatro motores y su capacidad para transportar más de 360 pasajeros. Una envergadura que le convirtió en un modelo icónico y que ha terminado por ser su perdición.
El miércoles pasado, Boeing confirmó en la presentación de sus resultados semestrales lo que era un secreto a voces: no fabricará más 747 a partir de 2022. La razón de esta suspensión se debe, en parte, a los ajustes que tendrá que llevar a cabo el fabricante norteamericano como consecuencia del coronavirus. Una pandemia que se ha cebado con las aerolíneas, que están retrasando entregas y cancelando pedidos. Entre enero y junio, Boeing y Airbus perdieron en conjunto casi 4.500 millones por esta circunstancia. Ambos buscan ajustar plantilla y producción para sobrevivir a la crisis, lo que ha afectado a modelos emblemáticos de ambos fabricantes. El Covid ha dado la puntilla al 747 de Boeing.