En manos de Putin: Europa enmudece atrapada por su dependencia energética
Es una verdadera ironía del destino. En plena revolución científico-técnica, como se decía antes, la vieja economía ha puesto en jaque el sistema productivo. Mucho se habla y escribe de teletrabajo, sostenibilidad, revolución digital y, por supuesto, de cambio climático o de procesos de robotización en las cadenas de producción, pero al final lo que trae de cabeza a la economía es algo tan simple —y tan viejo— como los costes energéticos y el suministro de bienes intermedios que sirven para fabricar el producto final.
Y que son, precisamente, los que llegan al consumidor.