‘Filomena’ da el golpe de gracia al año más negro del comercio
Una semana después de la gran nevada, a excepción de un pasillo paleado por el frutero vecino, hay que trompicar por montones de nieve para acceder a Abalorios, la pequeña boutique de moda y accesorios de Canela Recio, en Alcobendas, al norte de Madrid. La “hecatombe” del temporal le ha arruinado la primera semana de las rebajas de invierno, clavando la puntilla a un año, el 2020, “de pena”, dice, negro como nunca para el comercio minorista, en el que ha perdido el 55% de sus ventas.
Da incluso pudor entrar a la tienda a hacerle unas preguntas y no a comprar. Con la nieve aún a las puertas, la pandemia se abate por tercera vez contra su escaparate y amenaza con nuevas restricciones. Sin más ayuda que la concedida a los autónomos y tras haber renegociado el alquiler de su local, está en la cuerda floja. “Otro cierre [forzoso] y me quedo en casa”.
La situación de Candela es un ejemplo entre miles. La pandemia de coronavirus ha dejado en los huesos a buena parte del comercio minorista. Se salva la alimentación y algo el equipamiento del hogar, pero la moda o la cosmética están hundidos. “El crecimiento de algunos sectores, como la alimentación, el hogar o la electrónica, no es suficiente para el comercio en su conjunto”, señala Javier Millán-Astray, director general de Anged, la patronal de las grandes superficies.