La economía española, al borde del rescate
El 14-M pasará a los anales de la historia española como el principio del fin del actual modelo económico. Ya nada será igual, ni se podrá desandar el camino transitado. En esa jornada, España inició un desigual combate contra la peor crisis sanitaria que se recuerda en décadas, mientras, su economía entró en caída libre. El sector turístico (el 13% del PIB con 2,2 millones de trabajadores) colgó el cartel de cerrado por covid-19. Los obreros de la construcción (1,3 millones de trabajadores y un volumen de negocio de 125.000 millones) descendieron de los andamios. Bares, restaurantes, tiendas de moda, zapaterías, peluquerías, grandes superficies de decoración… echaron las persianas, muchas no las volverán a subir.
Las cadenas de producción de automóviles, que emplean a casi 600.000 personas, se silenciaron. Los aviones dejaron de surcar el espacio aéreo. Los trenes permanecieron estacionados en los andenes y el transporte por carretera quedó paralizado. En las calles vacías aún resonaba el eco de las carcajadas infantiles, mientras, el pánico se apoderaba de sus padres, que recorrían con miradas de terror los pasillos de los supermercados repletos de estanterías desnudas. En los primeros días del estado de alarma, familias enteras, presas por un temor irracional a lo desconocido, se afanaron por coleccionar de forma compulsiva todo tipo de productos de alimentación e higiene. A los más mayores, esa obsesión por acaparar comida y artículos de limpieza e higiene les hizo retrotraerse, salvando las distancias, a capítulos de la historia negra española.