
Los inicios de muchas historias de éxito empiezan con un pensamiento en un bar escrito de manera improvisada en un trozo de papel. En 2007 y con tan sólo 26 años, Mikko Kuitunen dimitió de su puesto de trabajo en la empresa india Sasken y se fue a un bar para celebrarlo. "Que incluso los lunes no den asco", tatuó en finés a bolígrafo en un posavasos que sostenía su cerveza. A las pocas semanas fundó Vincit, una empresa que se dedica a desarrollar software para otras compañías, pero con una filosofía muy poco tradicional para con el trabajador: no existen los jefes a menos que un empleado lo solicite.
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