La prioridad de la reforma fiscal
Escribe Joaquín Estefanía en El País.com sobre las nuevas tendencias–y las nuevas exigencias–de los sistemas impositivos español y europeo en vista de la generalizada crisis económico. En resumidas cuentas: Toca pagar.
Aunque este hecho es evidente, cada grupo político tiene su propia forma de dorar la pildora, por eso de «que no cunda el pánico». Los europeos del norte hablan de una nueva generación de impuestos, con el objetivo de aumentar la recaudación y hacerla más acorde con el peso de cada cual: una tasa a la banca con la que se financien los futuros rescates de entidades en dificultades; una tasa sobre las transacciones financieras que reduzca la volatilidad de los movimientos de capitales o los aproveche para obtener ingresos públicos; un impuesto a las centrales nucleares a las que se amplíe el periodo de funcionamiento, etc.
Hasta aquí, bien. Extraña, sin embargo, que Estefanía pretenda minimizar la responsibilidad de los bancos norteamericanos y los productos claramente fraudulentos que han vendido en el mundo entero, asunto que se puede argumentar desencadenó la crisis.
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