Los grandes empresarios catalanes tienen un «plan b»
Pueden ser los casos de las multinacionales Nestlé, Danone, Volkswagen, Nissan, Novartis, Lidl o Sony, o el de otras grandes empresas domésticas, como Grupo Planeta. Freixenet oAlgunos ejemplos que son sólo la punta del iceberg. Y en el seno del gobierno catalán lo saben muy bien. Hace unos meses ABC se hacía eco del malestar que el giro independentista había provocado en las grandes multinacionales que operan en la región. Las patronales alemanas fueron las primeras en ponerse en contacto con sus homólogas en Cataluña en busca de información sobre la deriva separatista y sus posibles consecuencias a futuro.
La delicada situación que se creó en Cataluña tras las protestas de la Diada intranquiliza a las grandes y medianas empresas, dado que su negocio depende en gran parte de las exportaciones que realicen de sus productos al resto de España, el 60% se vende fuera. Muchos de estos empresarios temen el boicot a sus productos o servicios del mercado del resto de España, como ya ocurrió con el cava catalán en 2005, cuando unas declaraciones del entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, animando a no apoyar la candidatura olímpica de Madrid 2012 provocó que los productores perdieran en los primeros seis meses del año un 4,3% de sus ventas.
El miedo empresarial va «in crescendo», de manera muy relevante por el temor a que el «proceso» desemboque en una Cataluña fuera de la UE. En la memoria, muy presente, está el caso de Quebec, espejo en el que se mira el catalanismo político. En Canadá, tras el referendum de independencia de 1995, hubo una salida «brutal» del país de actividad económica y empresarial. Una situación que temen se reproduzca en Cataluña y con ello se genere un clima de incertidumbre e inseguridad jurídica que estanque la inversión y provoque la fuga de multinacionales, que conciben España como un único mercado.
Algunos ya han avisado públicamente de los peligros. El propio José Manuel Lara fue el primero en advertir de que trasladaría la sede de Planeta en caso de una eventual independencia. Decisión que ya ha tomado Procter & Gamble, que lleva a sus oficinas centrales en Madrid su filial Arbora Ausonia, tras haberla comprado a Agrolimen.
El presidente de la Generalitat es conocedor de las consecuencias que su pulso «independentista» con el Gobierno podría implicar para la economía catalana; así le ha sido trasladado por las empresas. Perder músculo empresarial sería la puntilla a unos años en los que la región ha perdido fuelle en beneficio de Madrid, convertida en motor económico de España. Igual revés económico provocaría que grandes empresas catalanas -como La Caixa, Sabadell, Agbar, Gas Natural o Abertis- se vieran obligadas por la situación política a cambiar sus sedes de su mercado natural, preocupadas también por el boicot a sus productos.