Nueva York, donde el patrón es una aplicación de móvil
La foto de un repartidor en bicicleta, pedaleando con el agua a la altura del manillar y un bolsón de comida a cuestas durante las recientes inundaciones en Nueva York, fue una de las más virales de una tormenta tropical que se cobró una quincena de vidas en la ciudad.
Tragedia al margen, la imagen sirvió para identificar a un colectivo olvidado, el más precario de todos los que conforman los trabajadores esenciales y un fenómeno paralelo —su cara b, en todos los sentidos— a la eclosión del negocio de las aplicaciones de comida a domicilio gracias a la pandemia. Si antes de la emergencia sanitaria había en la ciudad unos 15.000 deliveristas (así se llaman, en espanglish, porque la mayoría son hispanos), ahora son al menos 65.000, aunque algunas fuentes elevan su número hasta los 80.000.