‘¿Qué futuro estamos construyendo?’
"La naturaleza del capitalismo es la de un parásito: se apropia de un organismo, se alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro".
Escribe Carlos Fresneda desde Londres para El Mundo.es–Todo se diluye a nuestro alrededor. Cualquiera diría que la "modernidad líquida" que vislumbró Zygmunt Bauman se ha convertido en un torrente que todo lo arrastra. No va quedando nada sólido a lo que agarrarse. Y lo que es peor: cualquiera diría que hemos pasado de la fase "ultralíquida" a la gaseosa. Todo se está haciendo cada vez más etéreo.
"Lo que ocurre es que no tenemos un destino claro hacia el que movernos", certifica el sociólogo y pensador polaco, que sigue trotando infatigablemente por el mundo a sus 87 años. "Deberíamos tener un modelo de sociedad global, de economía global, de política global… En vez de eso, lo único que hacemos es reaccionar ante la última tormenta de los mercados, buscar soluciones a corto plazo, dar manotazos en la oscuridad".
Acudimos al reclamo del maestro en su terruño adoptivo de Leeds, donde lleva media vida afincado y desde donde observa el mundo con sus ojillos ávidos, entregado al ritual diario de la escritura y del tabaco en pipa. Aspira Bauman el humo por la boquilla, y ya pueden fluir sus largos y ponderados pensamientos sobre la vida líquida.
"Cuando usé la metáfora de la "modernidad líquida", me refería en concreto al período que arrancó hace algo más de tres décadas. Líquido significa, literalmente, "aquello que no puede mantener su forma". Y en esa etapa seguimos: todas las instituciones de la etapa "sólida" anterior están haciendo aguas, de los Estados a las familias, pasando por los partidos políticos, las empresas, los puestos de trabajo que antes nos daban seguridad y que ahora no sabemos si durarán hasta mañana. Es cierto, hay una sensación de liquidez total. Pero esto no es nuevo, en todo caso se ha acelerado".
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