Escribe Pablo Pardo desde Washington para El Mundo.es–Unos de los acontecimientos más notables en los últimos meses es el súbito enmudecimiento de los liberales españoles, siempre partidarios de dejar caer a los bancos, y dejar que los depositantes pierdan sus ahorros. Esos liberales—muchos de los cuales son catedráticos de Universidad y, por tanto, indespedibles, o han obtenido generosa financiación en el pasado de cajas de ahorros que ahora están más en quiebra que Lehman Brothers— han enmudecido, acaso porque sepan que, si dejamos caer Bankia: 1) Sus cuentas en ese banco seguirán el mismo camino que el banco; 2) El resto de los bancos españoles irían en cascada, y con ellos las empresas industriales y de servicios; 3) España suspendería pagos; 4) Se colapsaría el euro; 5) Llegaría el Juicio Final.

La cuestión, ahora, es otra: ¿es suficiente este rescate? Porque lo que está en juego en España no es sólo España. Es, en último término, la economía mundial. Y la reelección de Obama.

Tras España irá Chipre, que ya está descontado. ¿Y luego? ¿Italia? ¿Francia? Una teoría conspiratoria dice que François Hollande quería el rescate de los bancos españoles para sentar un precedente para cuando le llegue el turno a Francia. Aún así, el rescate se suma a la deuda de España. Goldman Sachs ya ha dicho que no cree que sea suficiente en el medio plazo.

El problema, además, es que la economía mundial se está frenando. China está bajando los tipos de interés en un esfuerzo por mantener el crecimiento. La expansión de India está perdiendo fuelle a toda velocidad. Brasil, que es de lejos el mercado emergente más importante para España, se está acercando peligrosamente al crecimiento cero. La muestra más clara de esa situación es el desplome del precio del petróleo. Pero nadie se escapa. A finales de junio, Moody’s va a rebajar la calificación de la deuda de al menos 17 grandes bancos de todo el mundo, lo que a su vez va a aumentar la sequia del crédito.

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