Thomas Edison y su millonario invento de la silla eléctrica
El famoso inventor de la bombilla eléctrica impulsó y participó en la creación de este método de ejecución… sólo para desprestigiar a su competidor y conseguir el monopolio de la implantación del suministro eléctrico en los hogares de EE.UU.
La bombilla, el fonógrafo, el quinetoscopio, la grabadora, un sistema de transmisión simultánea… más de 1.000 inventos de Thomas Alva Edison que cambiaron la vida de millones de personas a finales del siglo XIX. Aunque, posiblemente, ninguno le reportó tanto dinero como el que se ha utilizado durante décadas para acabar con la vida de miles de presos: la silla eléctrica.
En 1886, el estado de Nueva York estableció un comité encargado de determinar un nuevo sistema de ejecución más humano y eficaz que la horca. Pero no fue precisamente la misericordia lo que llevó a Edison a impulsar, financiar y participar en la creación de la silla eléctrica, sino una simple disputa económica y comercial con el también inventor e ingeniero George Westinghouse, con el único objetivo de hacerse con el monopolio de la implantación del suministro eléctrico en los hogares de las principales ciudades de Estados Unidos.
Edison no quiso conformarse con el invento del fonógrafo o, en 1879, con la primitiva lamparilla eléctrica con filamento de carbono. Y Westinghouse tampoco se quedó satisfecho con el sistema de tuberías para conducir el gas natural en condiciones seguras en las casas, ni con el freno de aire comprimido para los ferrocarriles que le había traído la fortuna en 1869.
Ambos sabían que el negocio de suministrar la electricidad a millones de hogares de Estados Unidos les convertiría en los hombres más ricos del país. Edison ya lo había hecho a pequeña escala en nueva York, mediante la corriente continua, a principios de la década de 1880. Pero en 1888, su gran fortuna comenzó a tambalearse con el desarrollo de una tecnología superior basada en la corriente alterna por parte de Westinghouse.