Una caída fraguada con riesgo, política y amistades dudosas
Da la impresión de que la Caja del Mediterráneo (CAM) está bailando los últimos compases de su vida como tal, al menos como caja de ahorros y como entidad independiente.
Escribe J.Brines desde Valencia para Expansión.com–La intervención decretada el viernes por el Banco de España ha venido a rescatar a una entidad que a finales de los años noventa incluso había salido al rescate de bancos en situaciones comprometidas.
La exposición a negocios con al to riesgo que se han tenido que refinanciar, las operaciones inmobiliarias y el fuerte peso político de algunas operaciones pusieron a la quinta caja española en el alero.
En 1998, durante la presidencia de Román Bono, compró el negocio de Abbey National en España, que precisamente estaba especializado en el segmento hipotecario y que se había lanzado con una política muy agresiva de captación de clientes que elevó sus riesgos. Unos meses antes había comprado también la filial española del italiano Sanpaolo, que tenía pérdidas importantes.
Los puntos flacos de estas entidades rescatadas acabaron convirtiéndose en su propio talón de Aquiles.
El negocio inmobiliario le ha dejado una mala herencia a una entidad cuyo territorio principal está en una zona costera que tuvo un fuerte auge de construcción turística, posteriormente fallida. Tiene 3.200 millones de inmuebles adjudicados y una morosidad del sector promotor del 7,5% según sus memorias.
La caja ha estado involucrada, además, en los procesos concursales más importantes que se han producido en España, a lo largo de esta crisis económica. Su exposición en el fallido de Martinsa-Fadesa, por ejemplo, superó los 155 millones de euros y en Sacresa su volumen de créditos era de 73 millones. Llanera, Tremón o Ploder son otros de los casos.
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